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sábado, 16 de mayo de 2009

El problema de Ana


A pedido "del público", reiteramos este artículo muy bueno de Ale Gómez.

Espero que a vos no te pase lo de Ana. Lo mejor que podés hacer, agarrá una banana (que tiene potasio), pelala, comenzá a comerla y a masticarla despacito mientras leés todo el artículo acerca del problema de Ana. Primero lee lo que está abajo, pero no te transformes en un escarabajo, después hacé click con el mouse o ratón en el título de esta entrada y podrás devorar todo (el artículo) como un tiburón.


Ana estudia primer año de secundaria, y desde que comenzó el curso escolar ha perdido mucho peso. Es una chica disciplinada y se levanta una hora antes cada día para acudir al gimnasio con su padre antes de ir al instituto. Se destaca en su clase por sus altas calificaciones. Es responsable y obediente. Su madre cuida su alimentación y acude a diferentes tratamientos estéticos. Su padre es una persona exigente con su familia.
Hace unas semanas, recibieron una llamada del instituto, porque en la clase de educación física, Ana había sufrido un descenso en la presión arterial, y se había desmayado. Su tutora aseguró que últimamente su rendimiento había disminuido y que se había aislado mucho de sus compañeras.
A la hora de las comidas, Ana parte lo que le sirven en pequeños trozos, que después esparce por el plato para terminar comiendo apenas dos o tres. Se queja de que no tiene hambre, o de que le llenan demasiado el plato. Su madre le ha encontrado restos de comida en los bolsillos de la ropa. No se puede estar quieta y está siempre moviendo las piernas sin finalidad alguna.
Todo empezó cuando surgió un problema en el matrimonio de sus padres. Durante varios meses, y hasta la separación de ellos, a causa de su angustia, aumentó cinco kilos de peso. En clase, varios compañeros le comenzaron a hacer comentarios negativos sobre su aspecto. Estuvo llorando durante varios días. Nada parecía consolarle, hasta que decidió poner remedio a esa situación.
Su madre no puso inconvenientes a la hora de iniciar una dieta; le recomendó una de las muchas que ella había seguido, y en dos meses, su peso descendió significativamente. Entonces sus amigas empezaron a decirle lo guapa y delgada que estaba, e incluso un chico se interesó por ella, y Ana se sintió profundamente recompensada. Pero al mismo tiempo le vino la idea de seguir perdiendo peso para estar más atractiva aún, y con ella, el temor a defraudar a toda aquella gente que empezaba a creer en ella.
Tenía un miedo horrible a ganar peso y contaba de forma obsesiva las calorías de todo lo que comía. Aun estando muy delgada, se veía gruesa, se le caía el pelo y estaba siempre cansada...."

(Tomado de Especialidades Juveniles donde está el artículo completo, sitio que figura como enlace en esta página web)

EB

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me descubri

Anónimo dijo...

esta muy buena la historia y te deja cosas en que pensar

EB dijo...

Sí, gracias por tu comentario. ¿Pensaste en alguna persona a la que le haría bien leer este artículo? Acordate que está completo en el enlace a la otra página (especialidades juveniles)y que se lo podés enviar haciendo click en el sobre con la flechita negra.Chauuuuuuuuuuu!

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