(Tomado de especialidadesjuveniles.com)
Por Ale Gómez
“Ésta será la última vez” pensaba “Carlos”, luego me dedicaré a servir a Dios como él quiere. Todo estaba pensado y planeado de manera minuciosa, ya que sus padres estaban dormidos y el plan marchaba a la perfección. Carlos había logrado el primer objetivo; estar frente a la “tentación” absolutamente SOLO.
Casi como un disparador de emociones incontrolables, las primeras imágenes generan en “Carlos” una transformación radical, aquello que hacia 2 horas él mismo condenaba y tildaba de “perverso”, ahora lo mantenía esclavo y lograba cautivar su corazón. Ahora nada podrá detenerlo, excepto el temor a ser descubierto.
El monstruo interior se ha despertado otra vez y lo único que podrá saciarlo son las sensaciones e imágenes, cada vez más subidas de tono. Si antes se conformaba con desnudo ahora deberá ver más “acción”, hasta el mismo acto sexual y en caso de no haber llegado a la eyaculación, buscará más formas de saciar su sed de autosatisfacción.
Unos minutos después, el monstruo se retira para darle paso al “verdadero Carlos”!!!, llega a su corazón la culpa, la tristeza, la frustración, en fin las primeras señales de arrepentimiento genuino.
Comenzará el remordimiento a preguntarle ¿por qué?, una y otra vez, hasta definitivamente decidirlo por enésima vez ¡Esto nunca más volverá a ocurrir!. No seré tan débil como para caer otra vez en las manos del enemigo.
Carlos lo ha decidido definitivamente, Dios está de testigo! Y está seguro que NADA lo hará desistir.
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